Por María de los Ángeles Polo Vega.
Así dice el hastad que amigos en todo el mundo han posicionado hoy con sus trinos en el ciberespacio, amigos que están celebrando los 88 años de vida de un hombre que ha dejado huellas que son imperecederas.
Y las ha dejado en intelectuales de todo tipo en Cuba y en muchas partes del mundo, las dejó en novelistas fabulosos como Ernest Hemingway o Gabriel García Márquez, en políticos de la talla de Nelson Mandela o de Hugo Chávez, en pintores como Oswaldo Guayasamín que hizo más retratos de Fidel que de su propia esposa, en músicos, en poetas, pero sobre todo, en los pueblos, porque no hay causa justa en ningún lugar del mundo que no haya encontrado eco en la voz y en la pluma de Fidel.
Ahora es Palestina como antes fueron Siria, Libia, Angola o Vietnam…
Porque Fidel supo siempre predicar con la palabra y con la acción…
El 1ro Mayo del año 2000, en una multitudinaria Plaza de la Revolución, abarrotada por más de un millón y medio de habaneros nos daba una hermosa lección de ética a través de un bellísimo poema conocido como “Concepto de Revolución” donde dice que Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; y defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; y es también, la convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Porque para Fidel, revolución no es otra cosa que la voluntad de luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo. Por eso no es de extrañar que millones de personas en el mundo hayan posicionado la etiqueta de #FidelesRevolución, que los creyentes, también por millones, eleven sus oraciones al cielo pidiendo a Dios que bendiga al Comandante, ni que pintores y fotógrafos hagan que sea su rostro uno de los más publicitados del mundo, o que poetas y trovadores con sus versos y sus canciones dan fe de la grandeza del hombre. Fidel es Revolución, nadie tiene dudas al respecto y a manera de testimonio, acompaño estas palabras con algunos retratos y poemas dedicados a EL. El cubano Servando Cabrera pintaba así el rostro de Fidel. El ecuatoriano Oswaldo Guayasamín se inspiraba en sus manos…las manos de Fidel Pero también a Fidel hombres y mujeres como el Che, Neruda, Gelman, Carilda Oliver, el Indio Naborí o Nancy Morejón lo han convertido en leyenda, en versos, en canción. He aquí algunos ejemplos: Canto a Fidel Carilda Oliver Labra voy a nombrar a Oriente, no voy a nombrar la Sierra, no voy a nombrar la guerra –penosa luz diferente–, no voy a nombrar la frente, la frente sin un cordel, la frente para el laurel, la frente de plomo y uva: voy a nombrar toda Cuba: voy a nombrar a Fidel. Ése que para en la tierra aunque la luna lo hinca, ese de sangre que brinca y esperanza que se aferra; ese clavel en la guerra, ese que en valor se baña, ese que allá en la montaña es un tigre repetido y dondequiera ha crecido como si fuese de caña. Ese Fidel insurrecto respetado por las piñas, novio de todas las niñas que tienen el sueño recto. Ese Fidel –sol directo sobre el café y las palmeras–; ese Fidel con ojeras vigilante en el Turquino como un ciclón repentino, como un montón de banderas. Por su insomnio y sus pesares por su puño que no veis, por su amor al veintiséis, por todos sus malestares, por su paso entre espinares de tarde y de madrugada, por la sangre del Moncada y por la lágrima aquella que habrá dejado una estrella en su pupila guardada. Por el botón sin coser que le falta sobre el pecho, por su barba, por su lecho sin sábana ni mujer y hasta por su amanecer con gallos tibios de horror yo empuño también mi honor y le sigo a la batalla en este verso que estalla como granada de amor. Gracias por ser de verdad, gracias por hacernos hombres, gracias por cuidar los nombres que tiene la libertad. Gracias por tu dignidad, gracias por tu rifle fiel, por tu pluma y tu papel, por tu ingle de varón. Gracias por tu corazón. Gracias por todo, Fidel. (marzo de 1957) Canto a Fidel Castro Ernesto Che Guevara Vámonos, ardiente profeta de la aurora, por recónditos senderos inalámbricos, a liberar el verde caimán que tanto amas. Vámonos. Derrotando afrentas con la frente –Plena de martianas estrellas insurrectas– juremos lograr el triunfo o encontrar la muerte. Cuando suene el primer disparo y se despierte, en virginal asombro, la manigua entera, allí a tu lado, serenos combatientes, nos tendrás. Cuando tu voz derrame hacia los cuatro vientos: Reforma Agraria, justicia, pan, libertad, allí a tu lado, con idénticos acentos, nos tendrás. Y cuando se llegue al final de la jornada (la sanitaria operación contra el tirano), allí a tu lado, aguardando la postrer batalla, nos tendrás. El día que la fiera se lama el flanco herido donde el dardo nacionalizador le dé, allí a tu lado, con el corazón altivo, nos tendrás. (No pienses que puedan menguar nuestra entereza las decoradas pulgas armadas de regalos; perdimos un fusil, sus balas y una peña. Nada más). Y si en nuestro camino se interpone el hierro, pedimos un sudario de cubanas lágrimas para que se cubran los guerrilleros huesos en el tránsito a la historia americana. Nada más. Canto a Fidel Castro Pura del Prado No sé cómo creciste, pero tomaste espuma, nata de mar, almendra de mañana guajira, te fue saliendo un gesto de montaña, de puma arisco a la maldad, de yunque de ira. Palmas al sol, campiñas y montes orientales, te hicieron puro y claro como el agua encendida. Tienes no sé qué cosa de ceiba y maniguales donde la catarata suena a limpio y a vida. Tienes hasta las uñas de varón y hasta el trueno sobre la árida tierra se parece a tu hombría. Ya nos cambias los gustos hasta en el pan moreno porque todas las cosas saben a tu hidalguía. Eres un hombre como los demás, joven, buen mozo, saludable y fuerte. La tierra hará tranquila un poco más de abonos y rosales con tu muerte. El cielo te conoce enamorado te ha visto padre como tantos otros, y sabe el salto al fuego que tú has dado para sacrificarte por nosotros. Porque fuiste cruzando como un tren por paisajes de lacras y pobreza, bajaste a pelear en un andén y se volvió heroísmo tu tristeza. Canto a ti, a tus muchachos aradores del aire con la profunda reja del fusil y la llama, ejército sin bozo que alza el grito de Baire hasta desde sus verdes ataúdes de grama. Mañana lloraremos los muertos juveniles y cantando los himnos construiremos el día. La paz, el pan, la dicha, saldrán de los fusiles que en las montañas cantan fuegos de rebeldía. I Viste un pueblo desolado una caña de amargura, como de mujer impura el patrio vientre manchado, te indignó de lado a lado su mejilla de dolor, de frente a su abusador tú encendiste nuestra guerra con campesinos sin tierra de la región del honor. II Veo en ti como crecer lo que se quedaba enano, con un gesto de tu mano nos das el amanecer. Por quererte hay que querer todos los muertos de luz que subieron a la cruz del sacrificio por Cuba y subir adonde suba tu romántico arcabuz. III Va la justicia por ti abierta de par en par, y nos vino por el mar en tu yate de mambí un recado de Martí, terreno para el montuno, opresión para ninguno y libertad para todos, decencia hasta por los codos y castigo para uno. IV En la fila de ladrones tú no has formado jamás, ni Atila ni Barrabás usaron tus pantalones. Ni te compran los doblones ni tienes un mal pasado, un pueblo desalentado se esperanza en que eres puro. De ti depende el futuro de nuestra fe, ten cuidado. V No son males de apariencia, sino gangrenas de fondo las que duelen en lo hondo como un pus de la decencia. No se trata de impaciencia por derribar un bribón, te quiero como un ciclón que nos limpie totalmente de bandoleros la frente, de abusos al corazón. VI Creo en ti, en tu valentía, que es la del pueblo cubano, creo en la casa de guano que te abre su portería, creo en la alta serranía que te esconde protectora, creo en el día y la hora en que alzarás un Turquino por siempre en nuestro destino con tu idea triunfadora. VII Me gusta verte soñando, rodeado de aguas salobres, en el triunfo de los pobres y el fin del hasta cuándo. Me gusta saber que andando el tiempo tú subirás y no te corromperás porque crecerán tus hombros no para llevar escombros sino el amor de los más. VIII Eres bueno, y como tal te duele matar soldados y los quieres conquistados para tu limpio ideal. Como un puñado de sal le das sabor al decoro, tengo muertos que no lloro pues cayeron por tu sueño de elevar este pequeño rebaño inclinado al oro. Te amo en el pueblo, Fidel, pensar en ti me ilumina, eres un sol en la esquina con tu foto en el papel. Y se me vuelve de miel el periódico contigo porque eres un haz de trigo que brilla entre tanta sombra. Se enriquece si te nombra el corazón de un mendigo. Has pasado por dolores como mordiendo metal Picaron auras del mar en tu costado de amores. Pero cuantos sinsabores quisieron doblar tu frente se encontraron de repente sor tu firmeza mellados y te vieron, asombrados, derecho como una fuente. El abogado desconocido Justo Rodríguez Santos En nombre de la Estrella Solitaria, en nombre del Apóstol agredido, en nombre de su pueblo esclavizado, llega un joven de toga y pergamino. A denunciar el crimen alevoso y la diversidad de los delitos, concurre un abogado cuya firma estrena el cartulario en el registro. Apartando legajos y expedientes, cuya resolución abarca siglos, la denuncia del pueblo, por su mano habla a los tribunales sorprendidos. Muestra el retrato del traidor, su ficha, sus crímenes y robos repetidos. Código en mano, suma las sanciones que deben sus variados latrocinios y reclama lo enjuicien sin tardanza y ocupe su lugar en el banquillo. Sus palabras anegan el silencio que reverbera, terso y cristalino. Pero las graves momias del birrete parecen no entender el verbo digno. Un ciudadano humilde, con un sobre, un abogado nuevo y decidido, que aprieta las clavijas de la ley para que se oigan todos sus registros! Marcha triunfal del Ejército Rebelde El Indio Naborí (Jesús Orta Ruiz) ¡Primero de Enero! Luminosamente surge la mañana. ¡Las sombras se han ido! Fulgura el lucero de la redimida bandera cubana. El aire se llena de alegres clamores, se cruzan las almas saludos y besos, y en todas las tumbas de nobles caídos revientan las flores y cantan los huesos. Pasa un jubiloso ciclón de banderas y de brazaletes de azabache y grana, mueve el entusiasmo balcones y aceras, grita desde el marco de cada ventana. A la luz del día se abren las prisiones y se abren los brazos: se abre la alegría como roja rosa en los corazones de madres enfermas de melancolía. Jóvenes barbudos, rebeldes diamantes, con trajes de olivo vienen de las lomas, y por su dulzura, los héroes triunfantes parecen armadas y bravas palomas. Vienen vencedores del hambre y el frío por el ojo alerta del campesinado y el amparo abierto de cada bohío… Vienen con un triunfo de fusil y arado. Vienen con sonrisa de hermano y amigo, vienen con pureza de vida rural, vienen con las armas que al ciego enemigo quitó el Ideal. Vienen con el ansia del pueblo encendido, vienen con el aire y el amanecer, y, sencillamente, como el que ha cumplido un simple deber. No importan los días de guerra y desvelo, no importa la cama de piedra o de grama, sin otra techumbre que ramas y cielo. No importa el insecto, no importa la espina, la sed consolada con parra del monte, la lluvia, los vientos, la mano asesina siempre amenazando en el horizonte. ¡Sólo importa Cuba, sólo importa el sueño de cambiar la suerte! ¡Oh, nuevo soldado que no arruga el ceño, ni viene asombrado de tutear la muerte! Los niños lo miran pasar aguerrido y piensan, crecidos por la admiración, que ven un rey mago rejuvenecido y con cinco días de anticipación. Pasa fulgurante Camilo Cienfuegos, alumbran su rostro cien fuegos de gloria. Pasan capitanes, curtidos labriegos que vienen de arar en la Historia… Con los invasores pasa el Che Guevara, alma de Sarmiento1 que trepó el Turquino, San Martín2 quemante sobre Santa Clara, Maceo del Plata, Gómez3 argentino… Pasan lindas reinas sin otras coronas que su sacrificio: cubanas marciales, gardenias que un día se hicieron leonas al beso de doña Mariana Grajales… Ya entre los mambises del bravío Oriente, sobre un mar de pueblo, resplandece un astro, ya vemos la cálida frente; el brazo pujante, la dulce sonrisa de Castro… Lo sigue radiante su hermano Raúl, y aplauden al paso del héroe ciudades quemadas, ciudades heridas que serán curadas y tendrán un cielo sereno y azul. Fidel fidelísimo, retoño martiano, asombro de América, titán de la hazaña que desde las cumbres quemó las espinas del llano y ahora riega orquídeas, ¡flores de montaña! Y esto que las hieles se volvieran miel, se llama… ¡Fidel! Y esta que la ortiga se hiciera clavel, se llama…¡Fidel! Y esto que la patria no sea un cuartel, se llama…¡Fidel! Y esto que la bestia fuera derrotada por el bien del hombre, esto que la sombra se volviera luz, esto tiene un nombre, sólo tiene un nombre: FIDEL CASTRO RUZ. Ronda de la fortuna Nancy Morejón Fidel tiene fortuna, una sola fortuna: estar, entre nosotros, por un mundo mejor. Qué fortuna mayor. Fidel, sin odio y sin hiel, abre muros y ventanas. Fidel Fidel tiene fortuna, una sola fortuna, la fortuna de ser Fidel Su presencia Virgilio López Lemus Su nombre es un verbo: sea el día y sean las noches. Nadie puede resumirlo, no se dedica un poema directamente a él, ni una pieza recién hecha, ni una fábrica. Es un padre, pero todos lo vemos como el mejor de los hermanos, el amigo más alto. No se le dedica directamente cosa alguna pero cada hombre del pueblo moriría por él en cualquier circunstancia. 1987 * Tomadas del libro Viaje a los frutos. Selección de Ana Cairo. Ediciones bachiller, 2006. ………………………………… |