Archivo | julio 2017

Está en la Habana Robert Hass

Por María de los Ángeles Polo Vega.

El poeta norteamericano Robert Hass presidirá este martes un taller de escritura en la sede del Centro Cultural CubaPoesía, sito en 25 y Hospital, frente a la Fragua Martiana, en la barriada de Cayo Hueso, en la Habana.

Considerado uno de los más influyentes intelectuales contemporáneos en su país, Rober Hass fue el Poeta Laureado de Estados Unidos de 1995 a 1997 y ganó el Pulitzer en 2008 por el cuaderno de poesía "Time and Materials" -ex aequo con Philip Schultz-.

En La Habana, Hass presidirá un taller de escritura creativa de dos días y leerá sus obras en la emblemática Casa de Las Américas junto a los poetas cubanos Roberto Fernández Retamar y Nancy Morejón como parte de las propuestas del Primer Festival de Poesía Nuestra América, convocado en 2016 en Medellín (Colombia) que de manera simultánea se celebra en 20 ciudades de Latinoamérica para fortalecer y renovar "el espíritu de unidad, integración cultural y emancipación de los pueblos de América Latina y el Caribe".

En la edición habanera de este festival participan poetas de toda Cuba así como de Argentina, Eslovenia, Colombia, México e Irán junto a una delegación de intelectuales estadounidenses, encabezada por Robert Hass e integrada por poetas, académicos , periodistas, actrices y cineastas.

Las lecturas inician este domingo a las 3:00pm en el Paseo del Prado como parte de las propuestas del Proyecto Imagen 3 que lidera el artista de la plástica Cecilio Avilés.

Otras lecturas se realizarán durante toda la semana en diferentes escenarios citadinos como el Hurón Azul de la Uneac, los Centros Culturales Dulce María Loynaz, CubaPoesía, el Iraní Topoly, la Casa de la Poesía, Casa de las Américas y Casa del Alba Cultural, en el Callejón de Hammel, en la librería Alma Máter, en la Fragua Martiana y la Casa Natal de José Martí, el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos y por supuesto, en la Universidad de la Habana, donde sostendrán un encuentro con los profesores de Literatura Hispanoamericana de ese centro de altos estudios.

Robert Hass nació el 1 de marzo de 1941 en San Francisco, California, y es muy conocido y respetado dentro y fuera de los Estados Unidos tanto por la temática de sus obras como por la actitud que prevalece en sus poemarios. El alcoholismo que afectó a su madre es tema recurrente en su obra.

Poeta, crítico y articulista, Robert Hass es graduado por el Saint Mary’s College of California y doctorado en lengua inglesa en Stanford University, también ha sido profesor visitante en el famoso taller de escritura creativa de la Universidad de Iowa en varias ocasiones y su esposa , la actriz y poetisa Brenda Hillman, profesora del Saint Mary’s College of California. le acompaña en esta visita a Cuba como parte de esta delegación solidaria y amistosa que asiste en la Habana al Festival Itinerante de Poesía Nuestra América.

Hass es también un conocido defensor de la alfabetización, la poesía, y la conciencia ecológica, Ha atravesado su país impartiendo la docencia en lugares tan diversos como conferencias de altos directivos y de grupos cívicos, o como él ha dicho, "los lugares a los que los poetas no van." Desde que se definió a sí mismo como "agente de la ciudadanía", ha escrito una columna semanal sobre poesía en el diario Washington Post

.En estos momentos ostenta el cargo de canciller de la Academia Americana de Poetas, es uno de los administradores del Premio de Poesía Griffin, y centra sus esfuerzos en campañas en defensa de la alfabetización y el medio ambiente. De su obra hoy les comparto dos poemas.

El mundo como voluntad y representación

Cuando era niño mi padre todas las mañanas,

algunas mañanas, por un tiempo, cuando yo tenía como diez años,

le daba a mi madre una droga llamada antibús,

que te hace vomitar si tomás licor.

Eran unas píldoras pequeñas y amarillas. Él las aplastaba

en un vaso, las disolvía en agua, le acercaba

el vaso y se quedaba mirando atentamente mientras bebía.

Era a finales de los años cuarenta, una época,

una sociedad, en la que los hombres se levantaban,

se iban al trabajo y dejaban a las mujeres con los niños.

Él me guiñaba el ojo al estilo de los años cuarenta.

La observaba de cerca para que ella no pudiera “salirse

con la suya” o “vacilar” a un par de tipos

jugados como nosotros. Escucho esas frases

en películas viejas y empiezo a divagar.

La razón para aplastar las medicinas con tanto cuidado

era porque una píldora puede esconderse debajo de la lengua

y escupirse después. El motivo por el que este ritual

era llevado a cabo tan de mañana ─me decían,

y sabía que era verdad─ era que ella podía,

si quería, provocarse el vómito,

así que había que vigilarla hasta que su organismo

absorbiera el medicamento. Difícil expresar, en estas líneas,

el ritmo de todo el acto. Él molía dos píldoras

en un vaso hasta pulverizarlas, lo llenaba de agua,

se lo daba a ella y la veía tomar.

En mi recuerdo él está usando un traje gris,

de punto de espiga, y una camisa blanca que ella había planchado.

Algunas mañanas, como en aquellas historietas

en las que Dagwood se largaba pronto para aplacar

al señor Dithers y dejaba a Blondie con boronas

de tostadas y riachuelos de yema de huevo

por recoger antes de irse de compras

─lo que la historieta llamaba maratón de compras─

con Trixie, nuestro vecino de al lado, mi padre

tomaba uno de los primeros buses y me dejaba a mí

la vigilancia. “Echale un ojo a mamá, compañero”.

¿Conocés aquel pasaje de la Eneida? El hombre

que abandona la ciudad que arde con su padre

en hombros y que sostiene la mano de su pequeño hijo

con la intención de ayudar entre los tapices en llamas

y las columnas que se caen mientras el profeta ciego,

con los brazos elevados al cielo, aúlla desde la recámara interior:

“La gran Troya se derrumba. La gran Troya ya no existe”.

Deprimida en su albornoz, arrepentida y dócil,

en la mesa de la cocina mi madre sentía náuseas y bebía,

bebía y sentía náuseas. De algún lugar tomamos nuestra primera idea

moral sobre el mundo, sobre la justicia y el poder,

el género y el orden de las cosas.

Versión de Gustavo Solórzano Alfaro, a partir de la traducción de Jaime Priede y del original en inglés. Time and materials. Poems 1997-2005 (título original) obtuvo en 2007 el National Book Award y en 2008 el Pulitzer.

Meditación en Lagunitas

Todo el pensamiento nuevo es acerca de la pérdida.
En esto se parece a todo el pensamiento viejo.
La idea, por ejemplo, de que cada particular borra
la luminosa claridad de una idea general. De que el pájaro
carpintero con cara de payaso que sondea el muerto tronco esculpido
de un abedul negro es, por su presencia,
una especie de trágica caída desde un primer mundo
de luz indivisa. O la otra noción según la cual,
puesto que no hay en este mundo nada
a lo cual corresponda el zarzal de la zarzamora,
una palabra es una elegía a lo que significa.
Anoche hablamos de eso hasta tarde, y en la voz
de mi amigo había un delgado hilo de pena, un tono
casi quejumbroso. Luego de un rato entendí que,
hablando de este modo, todo se disuelve: justicia,
pino, cabello, mujer, y yo. Hubo una mujer
a la que le hice el amor, y recordé cómo, sosteniendo
algunas veces sus pequeños hombros entre mis manos,
sentía un violento asombro ante su presencia,
como una sed de sal por mi río de la infancia
con sus isletas de sauces, música tonta del bote del placer,
barriales donde atrapábamos al pececito naranja-plata
llamado semilla de calabaza. No tenía nada que ver con ella.
Anhelo, decimos, porque el deseo está lleno
de distancias sin fin. Yo debí haber sido lo mismo para ella.
Pero recuerdo tantas cosas, cómo sus manos desmantelaban el pan,
lo que su padre le dijo que la hirió, lo que
soñó. Hay momentos en que el cuerpo es tan luminoso
como las palabras, días que son piel bondadosa que prosigue.
Tanta ternura, esas tardes y noches,
diciendo, zarzamora, zarzamora, zarzamora.

El Festival Internacional de Poesía de la Habana invita a todos los interesados a participar de las diferentes propuestas de este Festival Itinerante de Poesía Nuestra América, que del 9 al 15 de julio se desarrolla en nuestra ciudad capital con lecturas de reconocidos escritores cubanos y una amplia representación de poetas norteamericanos y de otras naciones de América Latina y del mundo que apuestan por Cuba, por la solidaridad y la amistad convencidos como nos enseñara Fidel de que un mundo mejor sí es posible.