Por María de los Ángeles Polo
El pasado 5 de marzo, cuando el mundo conocía la triste noticia de la desaparición física del presidente venezolano Hugo Rafael Chávez Frías, el diario La República publicaba un poema escrito por él, a la luz de una vela, en su Sabaneta natal, en el mes de enero de 1982, el día que enterraban a su abuela Rosa Inés, .
Conmovedor poema que fue encontrado en su papelería por los periodistas cubanos Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez cuando trabajaban en la preparación del libro Chávez Nuestro, emblemática biografía del líder bolivariano, publicada hace algunos años en nuestro país.
Ayer, al cumplirse el primer mes de aquel fatídico día, los pueblos en todo el mundo, le rendían tributo a su memoria.
Esta noche, artistas cubanos, en la Habana, le realizarán una cantata homenaje en el teatro Lázaro Peña de la Central de Trabajadores de Cuba,, cuando aún el dolor nos estremece, al comprender que el valiente guerrero ya no estará entre nosotros, por ello, quiero compartir con todos este poema que al decir tan suyo, le salió de un tirón, y que fue, una especie de juramento ante Rosa Inés, una memoria para él sagrada:
Quizás algún día,
mi vieja querida,
dirija mis pasos
hacia tu recinto.
Con los brazos en alto
y con alborozo
coloque en tu tumba
una gran corona
de verdes laureles.
Sería mi victoria,
sería tu victoria,
y la de tu pueblo
y la de tu historia.
Y entonces,
por la Madre Vieja
volverán las aguas
del río Boconó,
como en otros tiempos
tus campos regó,
y por sus riberas
se oirá el canto alegre
de tu cristofué
y el suave trinar
de tus azulejos
y la clara risa
de tu loro viejo.
Y entonces,
en tu casa vieja
tus blancas palomas
el vuelo alzarán.
Y bajo el matapalo
ladrará Guardián,
y crecerá el almendro
junto al naranjal.
Y también el ciruelo
junto al topochal
y los mandarinos junto a tu piñal
y enrojecerá
el semeruco
junto a tu rosal
y crecerá la paja
bajo tu maizal
Y entonces,
la sonrisa alegre
de tu rostro ausente,
llenará de luces
este llano caliente
y un gran cabalgar
saldrá de repente.
Y vendrán los federales
con Zamora al frente,
y el catire Páez
con sus mil valientes,
las guerillas de Maisanta
con toda su gente.
O quizá nunca, mi vieja,
llegue tanta dicha
por este lugar
Y entonces,
solamente entonces,
al fin de mi vida,
yo vendría a buscarte,
Mamá Rosa mía,
llegaría a la tumba
y la regaría
con sudor y sangre,
y hallaría consuelo
en tu amor de madre
y te contaría
de mis desengaños
entre los mortales
Entonces,
abrirías tus brazos
y me abrazarías
cual tiempo de infante
y me arrullarías
con tu tierno canto
y me llevarías
por otros lugares
a lanzar un grito
que nunca se apague.